Os conté hace tiempo mi descubrimiento
de una marca que acababa de nacer y que estaba abriéndose con mucho éxito un nicho en el mercado. Era La Marquesita Real. En cuanto la conocí compré dos modelitos preciosos a Carlota. Por aquel entonces (¡hace apenas 4 meses!) sólo unas pocas locas de la moda infantil la conocíamos. El boca a boca hizo que en tiempo récord se colocara en muchísimas tiendas y armarios de España. Hoy los términos “Marquesita Real” en Google obtienen más de 14.000 resultados. Y lo que te rondaré, morena... Es, sin duda, el premio al buen hacer.Bueno, pues cuando yo escribí aquello, la ‘misteriosa’ creadora de esta marca se puso en contacto conmigo, me dedicó unas palabras cariñosísimas y lo mismo hizo desde su blog Pero la cosa no quedó ahí: me pidió que aceptara un regalo como agradecimiento. Yo aluciné en colores y por supuesto le dije que no, que no era necesario... pero ella insistió... Estas son cosas que se suelen decir para quedar bien pero la Marquesita Real cumplió con su palabra y, a pesar de haberle reiterado en numerosas ocasiones que la intención es lo que cuenta, que entendía el volumen de trabajo que se le había venido encima en poco tiempo, que gracias de todas formas, que no se molestase... ayer me llegaron estas bellezas a casa.
Sí, lo habéis visto bien: es un conjunto completo de vestido con su bragota y capota (en concreto el dulce modelo “Costurera Real”) y una preciosa y delicada blusa. Venían envueltas en tul y papel de seda rojo, atados con cintas de raso y una estampa infantil antigua, metidos entre pétalos de tela olorosos, con esto os digo todo. Siento no poneros foto de la presentación pero entenderéis que lo abrí a toda prisa, cual niña con zapatos nuevos.
Yo de verdad ya no sé cómo agradecerle tanta atención. Desde luego, si ya lo era, ahora me he reafirmado como “Cliente Apóstol”. Para los que sepáis un poco de marketing ya sabréis de qué os hablo. Es el cliente que nunca falla, el que siempre vuelve, el que recomienda, y sí... es, por supuesto, el cliente que toda empresa querría tener y que busca con desesperación. Pero qué queréis que os diga, yo estoy segura de que a la persona que está detrás de La Marquesita Real no le ha movido a la hora de hacer este gesto la mercadotecnia sino el gran corazón y calidad humana que tiene. Siempre he creído a pies juntillas en la Ley del Boomerang: todo lo que das se te devuelve antes o después.
Yo, a riesgo de parecer pelota, te doy las gracias otra vez, Sara, y te deseo toda la suerte del mundo aunque no la necesitas porque tus vestidos... ¡se venden solos!
Por cierto, este es el nuevo modelito que le he encargado. ¿No es divino?
¡Gracias, gracias, y más gracias!